OPERACIÓN CÓNDOR: HENRY KISSINGER Y DEUDA EXTERNA (incluye un pronóstico deportivo).
UNA REUNIÓN DOCUMENTADA
El 10 de junio
de 1976 los ministros de relaciones exteriores de Estados Unidos y de la
dictadura de nuestro país, es decir Henry Kissinger como Secretario de Estado y
el Canciller de la dictadura Argentina,
Vicealmirante César Guzzetti, mantuvieron una entrevista oficial
bilateral en Santiago de Chile, en el marco de la Asamblea Anual de la OEA.
De lo conversado
en esa entrevista los norteamericanos escribieron un detallado memorándum que
-obviamente- fue clasificado como secreto.
Ese documento
fue desclasificado en 2004 y tuvo entonces cierta difusión periodística en
Buenos Aires.
Asimismo fue
incorporado al juicio como parte de la prueba.
El “memorándum
de la conversación”, que testimonia detalladamente los diálogos entre Kissinger
y Guzzetti fue redactado por Luigi R. Einaudi, entonces novel diplomático
norteamericano allí presente para ese fin, y
que más tarde sería Secretario Adjunto de la OEA.
A diferencia de
la mayoría de documentos desclasificados no tiene tachaduras.
Sin embargo dice
que al final, antes de retirarse, Kissinger y Guzzetti conversaron “en privado”
durante dos minutos.
CONTEXTO DE LA REUNIÓN
El simple hecho
de que la Asamblea Anual de Cancilleres se realizara en Chile en momentos en
que la dictadura de ese país afrontaba fuertes críticas, inclusive dentro de
EEUU, por sus brutales y conocidas violaciones a los Derechos Humanos, fue un
claro gesto de respaldo público al régimen dictatorial de Pinochet de parte de
quienes habían impulsado desde el gobierno estadounidense su golpe de Estado
para derrocar a Salvador Allende, ocurrido en setiembre de 1973.
Ese público
gesto de apoyo está explícitamente precedido por documentos norteamericanos
desclasificados: hay un telegrama del Departamento de Estado con instrucciones
a su embajador en Santiago de Chile, enviado el 13 de setiembre de 1973, solo
dos días después del Golpe que derrocara a Salvador Allende suplantándolo por la
Junta Militar al mando de Pinochet.
Ese telegrama
instruye al embajador en Santiago acerca de la actitud del gobierno
norteamericano respecto de la Junta: dice que se le debe manifestar “un
deseo de cooperar” pero “evitando una excesiva identificación pública entre
nosotros”.
Ese inicial
cinismo de puertas adentro en 1976 ya había cambiado por la exteriorización
pública de apoyo del gobierno norteamericano a la dictadura chilena,
simbolizado por la presencia del Secretario de Estado Henry Kissinger en la Asamblea
General de la OEA que se decidió celebrar precisamente en Santiago de Chile.
Otro documento
desclasificado deja constancia que en la entrevista privada celebrada en la
ocasión entre Kissinger y Pinochet, éste último agradeció el gesto
norteamericano de que la Asamblea se realizara en Santiago de Chile y que
Kissinger concurriera personalmente.
Por otra parte,
Henry Kissinger había recibido en las semanas previas varias comunicaciones de
su embajador en Argentina Robert Hill, sobre la situación de nuestro país a
partir del golpe de estado del 24 de marzo, es decir ocurrido solo dos meses y
medio antes.
En el inicio de
la conversación que Kissinger mantuvo con Guzzetti, se declara explícitamente
satisfecho con la información con que ya contaba y manifestó estar estrechamente al tanto de
todo.
Esto es
importante porque supone una evaluación de la instalación de la dictadura en el
gobierno, y en particular –en cuanto interesa a la Operación Cóndor- sobre dos
acontecimientos ocurridos en Argentina en las semanas previas.
Esos hechos le
fueron informados por sendos cables de su embajada en Buenos Aires y que, al
Secretario de Estado, no pueden haberle pasado desapercibidos.
Ellos son:
a) el secuestro
y asesinato en Buenos Aires de los destacados legisladores uruguayos Zelmar
Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz, quienes aparecieron muertos el 20 de mayo de
1976;
b) la aparición
del cadáver del asesinado Gral. Juan José Torres, ex presidente de Bolivia, el
3 de junio en las cercanías de Buenos Aires.
Hay varias
comunicaciones del Embajador Hill desde Buenos Aires dirigidas a Kissinger
informándole sobre esos crímenes.
Además el
Embajador manifestó estar preocupado porque el secuestro y muerte de los
legisladores uruguayos tuvo amplia repercusión en los medios parlamentarios
norteamericanos.
El cable del 20
de mayo, dirigido por Hill a Kissinger, da cuenta de la responsabilidad del
gobierno argentino en los hechos, atribuyendo “diplomáticamente” ese criterio
al director del diario La Opinión, Héctor Timerman, sin mencionarlo por su
nombre.
En los días
siguientes el embajador Hill insistió reiteradamente ante Kissinger sobre la
responsabilidad directa o indirecta del Gobierno de Argentina en el secuestro y
muerte de Michelini y Gutiérrez Ruiz en Buenos Aires.
Uno de los 240
testigos del juicio fue Peter Kornbluh, destacado analista norteamericano sobre
documentos desclasificados del Cono Sur.
En su
declaración testimonial del 12/12/2014 dijo que el Secretario de Estado
Kissinger “no apoyó” al embajador Hill en sus propuestas de presionar a la
Junta Militar argentina por sus violaciones a los Derechos Humanos.
Obviamente el
embajador siguió las indicaciones de su superior absteniéndose de toda crítica
al respecto, según surge de los respectivos documentos.
Peter Kornbluh
también declaró que Kissinger fue el funcionario más importante de Estados
Unidos en materia de la represión en el Cono Sur, era quien recibía toda la
información y daba las directivas.
En definitiva,
en los días previos a la reunión Guzzetti - Kissinger el Secretario de Estado
estaba al tanto no solo de la situación general de Argentina, sino también en
particular del asesinato de personalidades políticas de países vecinos
exiliadas en Buenos Aires, lo que a esa altura ya su embajador en Buenos Aires consideraba
responsabilidad del gobierno argentino.
Recordemos que
Kissinger, antes de ser Canciller del presidente Nixon y luego de Gerald Ford,
fue muy influyente como Consejero de Seguridad Nacional y protagonista
principal de la política exterior norteamericana durante esos años.
COMIENZO DE LA
CONVERSACIÓN KISSINGER – GUZZETTI
Inicialmente el
gobierno de Estados Unidos reconoció de inmediato a la Junta Militar instalada
el 24 de marzo de 1976 en Argentina.
La reunión entre
Kissinger y Guzzetti el 10 de junio de 1976 fue el primer encuentro formal de
alto nivel entre ambos gobiernos.
Entre los
norteamericanos estuvo presente su Sub Secretario para América Latina, William
Rogers.
Guzzetti estuvo
acompañado por el embajador argentino en la OEA Julio César Carasales y el
diplomático Ezequiel F. Pereyra, Director de Política Exterior de la
cancillería durante la dictadura.
La reunión se
desarrolló en un clima de gran cordialidad, matizada con bromas de Kissinger,
quien sin privarse de comentarios futbolísticos, anunció que “sin importar
lo que pase” concurriría al Campeonato Mundial de Fútbol que se realizaría
en Argentina en 1978, dos años después, pronosticando (en tono más imperial que
deportivo) que nuestro país sería el campeón.
Finalmente lo
que pasó fue que Kissinger dejó de ser Secretario de Estado y vino al Mundial
´78 invitado personalmente por Videla.
Lo demás ya se
sabe....
Comenzando en
concreto el diálogo de los cancilleres resulta que Guzzetti busca el apoyo sobre dos temas que puntualiza
concretamente:
“Nuestro mayor problema es el terrorismo. Es la primera prioridad de
este gobierno. Sobre este tema hay dos aspectos a solucionar:
“El primero conseguir la seguridad interior
El segundo resolver los más importantes urgentes problemas económicos
de los próximos 6 a 12 meses.
Argentina necesita
que EEUU comprenda y apoye para superar los problemas en estas dos áreas”.
Queda bien claro que la dictadura
argentina priorizó en la reunión la seguridad nacional, doctrina impulsada
interna y externamente por EEUU para justificar el control ciudadano puertas
adentro de cada país y su papel de sheriff global, y aún vigente en 2020, a la
que a su tiempo analizaremos en particular.
Y
la vinculó con los pedidos que llamó “económicos” y que fueron bien entendidos,
como solicitud de préstamos.
Kissinger contestó comenzando con un
compromiso de apoyo político contundente a la dictadura:
“que
había seguido estrechamente los eventos en Argentina.”
Y agregó buenos deseos para el nuevo gobierno:
“Deseamos que tengan
éxito. Haremos lo que podamos para que lo logren.
Estamos al tanto que
ustedes están en un período dificultoso.
Estos son tiempos
extraños, cuando las actividades política, criminal y terrorista tienden a confundirse sin una clara
separación.
Nosotros
comprendemos que ustedes tienen que establecer autoridad”.
Se trata de una declaración de apoyo
explícito al golpe, al éxito del gobierno dictatorial y a la política de
terrorismo de Estado que estaba llevando adelante.
No quiere decir otra cosa que había estado
siguiendo de cerca los acontecimientos y especialmente su comprensión “de que se debe establecer autoridad”.
A continuación Guzzetti se queja de los
problemas que les “trae la prensa
extranjera interpretando los acontecimientos de una manera muy peculiar. Dice
que la crítica de la prensa crea problemas de confianza que afectan la ayuda
económica necesaria. Pareciera que hay una campaña internacional en nuestra
contra”.
Traducido: el problema era que las
críticas dificultaban los préstamos.
A esto Kissinger responde:
“Comprendo que ustedes no tienen
otra opción que restaurar la autoridad gubernamental.
Pero está claro que
la ausencia de los procedimientos normales será usado contra ustedes”.
Al ratificar que no había otra alternativa
que restablecer la autoridad gubernamental, significaba que se debía seguir
adelante con los procedimientos “anormales”
de violación sistemática de los DDHH.
Aunque él mismo asumía y advertía,
secundariamente, que esas violaciones serían usadas “contra ustedes”. Lo decía en tono de pronóstico, sin ningún matiz
de crítica.
Guzzetti le contesta que quieren “restablecer los derechos republicanos.
Mientras tanto debemos derrotar al terrorismo y resolver nuestros problemas
económicos. Eso toma tiempo”.
Kissinger lo respalda en forma terminante:
“Nosotros podemos ayudarlos mucho en el
frente terrorista”.
La insistencia en el tema demuestra una
voluntad política clara del gobierno de EEUU de participar en la política
golpista y represiva que ya estaba explícitamente entendida como anormal y
violatoria de los derechos republicanos.
AQUÍ VIENE EL GRAN ENVIÓN DE LA DEUDA
EXTERNA
Tras
la aprobación de Guzzetti, Kissinger agrega:
“En
el campo económico, tenemos que estar en condiciones de hacer algo.
Entiendo que su
ministro de finanzas estará en Washington la semana que viene”.
Guzzetti asiente, y el Subsecretario de
Asuntos Latinoamericanos William Rogers interviene:
“Martínez
de Hoz es una buena persona. Nos hemos mantenido en estrecha consulta”.
Guzzetti aprovecha y le pide a Kissinger
que reciba a Martínez de Hoz, que se lo agradecería, para que tenga apoyo en
sus primero pasos.
Kissingger, obsequioso, concede que lo
recibiría por quince minutos como gesto simbólico.
Guzzetti agradece y agrega que esto
ayudaría mucho a “nuestra imagen”.
Es obvio que la necesidad de mejorar la “imagen” y facilidades para los “primeros
pasos” de Martínez de Hoz estaba directamente relacionada con los contactos
para tomar deuda.
Kissinger, naturalmente buen entendedor (y
también gestor), avanza entonces y dice:
“Usaremos
nuestra influencia en el sector privado para lo que puedan hacer”.
Y agregó:
“no conozco en
detalle su situación financiera,
Pero nuestra
política exterior está interesada en Argentina.
Tenemos que poder
usa nuestra influencia.
El sector privado
puede ser de gran ayuda.
Lo llamaré a David
Rockefeller”.
Y Rogers acotó, “sí el Chase puede ser de gran ayuda”.
La supuesta ayuda financiera de la que se
conversaba fue, en realidad, la gestación de un salto cualitativo en el aumento
de la ilegítima deuda externa que adeuda nuestro país.
Un negocio fomentado por la dictadura con
jugosos beneficios para los Rockefeller, antiguos empleadores y amigos hasta
hoy de Kissinger,
los dueños del mencionado Chase Manhattan
Bank.
También , claro, con beneficio para
algunos otros banqueros.
Y al mismo tiempo una pesada carga para el
pueblo argentino que la sigue padeciendo.
En el escrito inicial de la querella
presentado en 1999, los Dres. Alberto Pedroncini y David Baigún ya habían
denunciado a la política de EEUU de promoción de golpes de Estado dictatoriales
en el Cono Sur en los años ´70 como un
instrumento de dominación que se expresaba explícitamente en temas como la
deuda externa.
Y, textualmente que “...ese
endeudamiento se paga con la exclusión social, nueva forma de desaparición del
mundo del trabajo, la salud y la cultura”.
No podemos menos que señalar -20 años
después- la amarga actualidad de esas palabras.
Volvemos a la reunión entre Guzzetti y
Kissinger
Este último dice que no sabe qué decir y
divaga sobre economía, política y terrorismo, concluyendo que infortunadamente
los que más tienen tiempo de estudiar esos temas están del lado de las
guerrillas.
Guzzetti le contesta sobre los avances en
la materia (lo que en términos secretos desde noviembre de 1975 lleva el nombre
de Operación Cóndor), y dijo:
“El
problema terrorista es común a todo el Cono Sur.
Para combatirlo estamos encarando
esfuerzos conjuntos,
integrados con nuestros vecinos”.
“Cuales?”, quiso escuchar Kissinger:
“Todos ellos: Chile,
Paraguay, Bolivia, Uruguay, Brasil”, contestó
Guzzetti.
El redactor consigna que Kissinger, ante
esa afirmación reaccionó “bruscamente”
y contestó:
“Tomo esto como que
usted me habla de actividades económicas conjuntas”.
Guzzetti reiteró: “Sí, actividades en ambos frentes, el terrorista y el económico”.
Kissinger se había dado cuenta que la
conversación había derivado a una explicación de Guzzetti sobre la Operación
Cóndor (tema en el que no quería verse involucrado en el documento).
Por eso se hizo el que no había entendido
y tergiversó el contenido inequívoco que su interlocutor le había dado a su
afirmación.
Sabía muy bien de qué se estaba hablando,
pero hay que tener en cuenta que por esos meses todavía los documentos
norteamericanos conocidos no mencionaban el nombre de Operación Cóndor, toda la
cual se había concertado como secreta.
Además Kissinger quería preservarse de
futuras persecuciones penales.
Es sabido que desde que Pinochet fue
apresado en Londres, en 1998. Kissinger ya no viaja fuera de su país.
KISSINGER DA CONSEJOS
A continuación Kissinger opina sobre el
aislamiento al que pueden conducir esas políticas antiterroristas y concluye
recomendando:
“Ustedes tienen que
hacer un esfuerzo internacional para que sus problemas sean comprendidos.
Por que si no,
ustedes también serán atacados.
Si hay cosas que
tienen que ser hechas, deberían hacerlas rápido
Pero deberían volver
rápidamente a los procedimientos normales”.
Esas palabras finales son las más
difundidas de esa conversación.
Por su contenido expreso, suficientemente
claro como aval al terrorismo de Estado que se venía practicando
sistemáticamente, sumado a la recomendación para que no se volviera
políticamente en contra,
dejan claro el reiterado compromiso
oficial norteamericano en la misma reunión de apoyar a la dictadura en su
política represiva contra su “enemigo interno”.
Inclusive si atendemos al contexto de toda
la conversación, y a los hechos inmediatos anteriores y posteriores ocurridos
en Argentina, y especialmente a la explicitación previa de Guzzetti sobre la
coordinación represiva lograda en el Cono Sur, queda también claro el respaldo
del gobierno norteamericano a la coordinación represiva que encarnaba ya
entonces la Operación Cóndor.
La reunión continuó largamente con otros
temas de política internacional, sobre los que más adelante volveremos.
*Lo transcripto en bastardilla es
traducción textual del original
*Un facsímil del memorandum puede verse en
https://nsarchive2.gwu.edu//dc.html?doc=2843990-Document-02
https://nsarchive2.gwu.edu//dc.html?doc=2843990-Document-02