COMENTARIOS SOBRE DESCLASIFICACIÓN DE DOCUMENTOS
Es sabido que en EEUU las agencias gubernamentales
pueden clasificar como secretos determinados documentos. El
levantamiento del carácter secreto lleva el nombre de
“desclasificación”.
El procedimiento de desclasificación se realiza en el marco de una ley de ese país denominada de “libertad de información”, cuya sigla por sus iniciales en inglés es FOIA (Freedon of Information Act, 1967).
Cuando los organismos estatales
ejecutan una desclasificación de documentos, se limitan a un tema y
un período de tiempo determinado.
Lo hacen obedeciendo a una
solicitud privada o una orden estatal, muchas veces judicial.
Está expresamente excluida por
esa ley la desclasificación de aquellos documentos que pudieran
afectar la seguridad nacional (en el amplísimo concepto que se tiene
de ello en EEUU) y también los que posibilitaran perseguir
penalmente a un agente del Estado.
Esto es coherente con la política
general de EEUU de no aceptar la jurisdicción de la Corte Penal
Internacional, al no haber ratificado el Estatuto de Roma (1998) que
la crea. Todas medidas tendientes a garantizarle impunidad a sus
agentes uniformados o no, a lo largo y ancho del planeta.
Con tales restricciones, la
desclasificación de lo que nos interesa está muy limitada por la
voluntad de la agencia estatal requerida para hacerlo.
Es conocido que no solo hay infinidad de documentos que no nos quieren mostrar, sino además que muchos de los que desclasifican tienen gruesas tachaduras que no permiten leer las partes más sensibles de su texto; a veces censuran páginas enteras de un documento “desclasificado”.
Es conocido que no solo hay infinidad de documentos que no nos quieren mostrar, sino además que muchos de los que desclasifican tienen gruesas tachaduras que no permiten leer las partes más sensibles de su texto; a veces censuran páginas enteras de un documento “desclasificado”.
Es decir que el organismo
desclasificador decide qué mostrar y qué mantener oculto.
Se suele dejar anotada
sintéticamente junto a la tachadura la norma en que se ampara el
ocultamiento.
A nuestro criterio, resulta obvio
en base a lo que ya hemos visto en artículos anteriores de este blog
(más aún en los que veremos en el futuro) que se persigue divulgar
una parte de la actividad del gobierno de EEUU para que luzca, entre
comillas como “políticamente correcta”, cuidando -además- que
no derive en responsabilidades penales para sus agentes involucrados.
Las agencias estatales requeridas
que tienen información sobre la Operación Cóndor han
desclasificado un gran número de instrumentos relacionados con esa
materia, que suman miles y miles de hojas, especialmente de fuente
diplomática, muy poco de la CIA y menos aún de la DIA (inteligencia
militar).
Los documentos ponen en evidencia
que es práctica de ese Estado dejar constancia de todo -o casi todo-
lo referido a sus actividades, entre ellas lo que observan,
incluyendo obviamente la Operación Cóndor.
Sobre el “casi todo”,
recordemos que la conocida expresión “off de record” que se
refiere a lo que no se deja constancia en los registros, es decir es
lo opuesto a lo que se anota oficialmente que se llama “on the
record”.
Un ejemplo es el documento del 10 de junio de 1976 que trascribimos en parte en nuestro artículo sobre Kissinger y la deuda externa, en el que se dejó constancia que el nombrado y su homólogo, el canciller de la dictadura, conversaron en privado dos minutos, es decir “off the record”.
En definitiva los “desclasificadores” procuran construir a través de los documentos que difunden una versión recortada -o si se quiere “editada”- sobre su propia conducta como Estado.
Un ejemplo es el documento del 10 de junio de 1976 que trascribimos en parte en nuestro artículo sobre Kissinger y la deuda externa, en el que se dejó constancia que el nombrado y su homólogo, el canciller de la dictadura, conversaron en privado dos minutos, es decir “off the record”.
En definitiva los “desclasificadores” procuran construir a través de los documentos que difunden una versión recortada -o si se quiere “editada”- sobre su propia conducta como Estado.
Se trata de dar la imagen de que
dan a conocer sus secretos cuidando con mucho margen que no se les
vuelva en contra.
En su declaración como testigo en
el juicio, John Dinges, autor de los dos primeros libros sobre el
Cóndor y conocido analista de documentación desclasificada, explicó
que lo que se desclasifica es solo la punta del iceberg, para
ilustrar la idea de que es mucho más lo que no se ve que lo que se
muestra.
De todas maneras lo que los
documentos desclasificados nos dejan ver a través del bosque que
ocultan, nos permite demostrar el accionar de EEUU en la Operación
Cóndor.
Para ello nos valemos de nuestra evaluación de los documentos desclasificados en correlato con otros elementos de prueba del juicio. Hay documentos sobre el Cóndor (inicialmente secretos) emanados de los gobiernos dictatoriales del Cono Sur: proporcionalmente son escasos -salvo excepciones- pero algunos muy valiosos.
Para ello nos valemos de nuestra evaluación de los documentos desclasificados en correlato con otros elementos de prueba del juicio. Hay documentos sobre el Cóndor (inicialmente secretos) emanados de los gobiernos dictatoriales del Cono Sur: proporcionalmente son escasos -salvo excepciones- pero algunos muy valiosos.
La Operación Cóndor se formalizó
con un acta constitutiva surgida de la 1ra. Reunión de Trabajo de
Inteligencia Nacional llevada a cabo en Santiago de Chile a fines de
noviembre de 1975 en la que se institucionaliza y bautiza como Cóndor
al acuerdo.
Un excepcional ejemplo de
abundancia lo proporcionan los nutridos Archivos del Terror
descubiertos en Paraguay en 1992 que documentan numerosas actividades
de la Operación Cóndor. Y -aunque de mucho menor volumen- es muy
elocuente la documentación conservada por el agente de DINA chilena
Arancibia Clavel, entre otros ejemplos.
Para contextualizar los documentos desclasificados también resultan de mucha importancia las declaraciones de expertos militares e investigadores argentinos, y de otros países (inclusive de EEUU) sobre las relaciones de las fuerzas armadas de las dictaduras con las de EEUU, a partir de los tratados como el TIAR de “asistencia recíproca” de 1947, las conferencias anuales de los ejércitos americanos, ejercicios militares conjuntos, etc.
Para contextualizar los documentos desclasificados también resultan de mucha importancia las declaraciones de expertos militares e investigadores argentinos, y de otros países (inclusive de EEUU) sobre las relaciones de las fuerzas armadas de las dictaduras con las de EEUU, a partir de los tratados como el TIAR de “asistencia recíproca” de 1947, las conferencias anuales de los ejércitos americanos, ejercicios militares conjuntos, etc.
Se destacan asimismo las
instrucciones impartidas en la Escuela de las Américas desde los
´70, ubicada por entonces en la zona del Canal de Panamá bajo
jurisdicción de EEUU, a la que concurrían regularmente los
oficiales de nuestros países a tomar cursos sobre la doctrina de la
seguridad nacional, entendida como el enfrentamiento al enemigo
interno en cada país: esto es la práctica del terrorismo de estado
contra los opositores, estuvieran armados o no.
Desde el fin de la segunda guerra
mundial las fuerzas armadas de EEUU desplegaron desde su Comando Sur
directivas y controlaron su cumplimiento desde la frontera mexicano
guatemalteca hasta Tierra del Fuego. México está comprendido
directamente en el Comando Norte.
Un breve adelanto vinculado a los hechos preliminares del Cóndor lo tuvimos en nuestro artículo sobre el asesinato del General Prats, en cuanto la CIA monitoreaba su control durante su exilio argentino en 1973/74, y finalmente en su asesinato en Buenos Aires.
Un breve adelanto vinculado a los hechos preliminares del Cóndor lo tuvimos en nuestro artículo sobre el asesinato del General Prats, en cuanto la CIA monitoreaba su control durante su exilio argentino en 1973/74, y finalmente en su asesinato en Buenos Aires.
Ya señalamos que en materia de
documentos desclasificados la inmensa mayoría del “iceberg” bajo
el agua obviamente encierra las versiones profundas, precisas y
completas de los archivos militares y de inteligencia de EEUU.
En febrero de 2020, apenas tres
meses antes de escribir este artículo, la prensa nacional e
internacional informó profusamente sobre una nueva desclasificación
de documentos.
Dejó de ser secreto que la CIA
había proporcionado a las fuerzas armadas de muchos países (120),
entre ellos los miembros de la Operación Cóndor, aparatos que
oficialmente servían para desencriptar documentación secreta.
Esos aparatos marca Krypto eran
fabricados en Suiza por una empresa propiedad de la misma CIA.
Resulta ser que no solo permitían desencriptar sino además que la
CIA accediera a todos esos documentos.
Justamente en la reunión de
Inteligencia celebrada en Chile en 1975 se acordó intercambiar la
información del Cóndor a través de documentación encriptada.
La conclusión es que la CIA consiguió acceso a toda la información que alguna vez se documentó en el ámbito de la Operación Cóndor, incluyendo la de la inteligencia de sus países miembros, aunque no la hubieran compartido.
Por eso mismo el conocimiento de toda la verdad (y no solo la parte “editada” de ella) dejaría aún más al desnudo tanto el involucramiento personal de muchos funcionarios así como la responsabilidad política del gobierno de EEUU.
Y seguramente también, lo que para nosotros es más importante: permitiría conocer el destino de nuestros desaparecidos. No dudamos que quienes todo lo registraron, contando con numerosas y calificadas fuentes de nuestros países y de su propia participación, hayan clasificado también esa valiosa información.
La conclusión es que la CIA consiguió acceso a toda la información que alguna vez se documentó en el ámbito de la Operación Cóndor, incluyendo la de la inteligencia de sus países miembros, aunque no la hubieran compartido.
Por eso mismo el conocimiento de toda la verdad (y no solo la parte “editada” de ella) dejaría aún más al desnudo tanto el involucramiento personal de muchos funcionarios así como la responsabilidad política del gobierno de EEUU.
Y seguramente también, lo que para nosotros es más importante: permitiría conocer el destino de nuestros desaparecidos. No dudamos que quienes todo lo registraron, contando con numerosas y calificadas fuentes de nuestros países y de su propia participación, hayan clasificado también esa valiosa información.