La desaparición de Landi, Logoluso, Nell, Santana e Inzaurralde. (Capítulo 1)


Asunción.

En Asunción, capital de Paraguay, el 29 de marzo de 1977 fueron aprehendidos por personal policial de ese país los ciudadanos argentinos Alejandro José LOGOLUSO, Dora Marta LANDI GIL y José NELL.

Y junto con ellos Nelson SANTANA SCOTTO y Gustavo Edison INZAURRALDE, ambos de nacionalidad uruguaya.

Se trató de secuestros, seguidos de desaparición forzada que se mantienen hasta hoy.

Permanecieron alojados clandestinamente dos meses en el Departamento de Investigaciones de la Policía de Asunción.

Mientras estuvieron secuestrados allí fueron torturados e interrogados por personal local y también, respectivamente, por represores argentinos y uruguayos.

Sus familiares declararon como testigos en el juicio y por ellos sabemos algo de sus historias personales.

Landi y Logoluso formaban una joven pareja militante de la Juventud Peronista. Se habían conocido en La Plata donde estudiaban y trabajaban.

Las detenciones y allanamientos de sus compañeros los alejaron a Mar del Plata (donde Alejandro estuvo brevemente detenido), y luego a una chacra familiar en Tandil.

De allí viajaron a Asunción donde procurarían conseguir documentos que les permitieran viajar a Europa.

Se alojaron en una pensión en la que trabaron relación con José Nell y los dos ciudadanos uruguayos nombrados.

Gustavo Inzaurralde había sido miembro de la Federación Anarquista Uruguaya, y estuvo preso seis meses en 1968. En el momento de su captura en Asunción era dirigente del Partido para la Victoria del Pueblo, organización política de uruguayos fundada en 1975 en Buenos Aires, donde fue ferozmente reprimida por la Operación Cóndor.

Santana era miembro del Partido para la Victoria del Pueblo.

José Nell tenía 67 años y era el padre de José Luis Nell, conocido militante peronista que participó un tiempo de Tupamaros. Por esa actividad estuvo años antes detenido en Montevideo, oportunidad en que su padre conoció a Gustavo Inzaurralde.

Todos ellos buscaban obtener pasaportes para viajar a Europa.

Una denuncia precipitó su encarcelamiento por la Policía de Investigaciones, un consabido centro de tortura y detenciones ilegales de la dictadura de Stroessner iniciada en 1954.


Cóndor en acción.

Una vez que los torturadores locales identificaron a los secuestrados convocaron a sus colegas de Buenos Aires y Montevideo a continuar la siniestra tarea.

Así, pasada una semana de la detención, el 5 de abril el Mayor del ejército uruguayo Carlos Calcagno, integrante del SID (Servicio de Información y Defensa) “interrogó” a Inzaurralde -a quien conocía de su detención en su país- y a Santana Scotto. En 2010 Calcagno fue condenado en Uruguay por su participación en este caso.

De Argentina, llegaron al día siguiente dos integrantes de inteligencia del ejército pertenecientes a la guarnición militar de Formosa (área 234): el teniente Ángel Spada y el sargento Juan Carlos Camicha. También arribaron dos miembros de la SIDE con los siguientes nombres de cobertura: José Montenegro y Alejandro Stada.

Para esta actividad trinacional los mencionados asistieron con información personal sobre los secuestrados producida por los servicios de sus países. Los torturadores dirían después que esa información facilitó el direccionamiento de los “interrogatorios”.

De esa actividad participaron también -en equipo- los dueños de casa, quienes tomaron constancia de lo acontecido por escrito.

Tales documentos de fuente Paraguaya (y como veremos otros más) fueron encontrados en los Archivos del Terror, que es un inmenso cúmulo de información escrita que la prolongada dictadura de ese país (1954-1989) abandonó depositándolos en Lambaré, cerca de Asunción. Allí fueron descubiertos en 1992, hallazgo excepcional y muy fructífero, que describiremos en otra oportunidad.





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